Desde tiempo inmemorial la humanidad ha tratado de atrapar a Eolo (izquierda), dios del viento, ahora, el grupo energético E.ON, podría haberlo logrado. En el centro de la imagen, la diosa Venus. |
Una alentadora noticia nos llega desde el grupo energético alemán E.ON. Por primera vez se ha conseguido un método práctico de almacenar la electricidad sobrante de los aerogeneradores. Como saben, el gran problema del viento es su irregularidad, no siempre sopla al gusto de todos.
Por esa volubilidad, para lograr un suministro relativamente estable de electricidad la potencia instalada de aerogeneradores debe de ser varias veces superior a las necesidades reales de un país. Y aun así, apenas se logra cubrir un 15-20% de la demanda eléctrica al cabo del año.
El problema es que cuando hay un temporal y todos los aerogeneradores se ponen a funcionar simultáneamente, gran parte de la electricidad producida sobra y los aerogeneradores tienen que ser desconectados de la red para que no se produzca una peligrosa sobrecarga. Así resulta paradójico que, cuanto más viento sopla, más energía se desperdicia. Eso impone un límite superior a la cantidad de energía eólica que puede implantar un país. Una vez superado ese límite, los subsiguientes aumentos en la capacidad de generación eólica, solo contribuyen a disminuir la viabilidad económica de todo el conjunto.
Algunas soluciones que se estaban aplicando hasta ahora para evitar ese dispendio energético, consistían en utilizar la electricidad sobrante para bombear agua desde los pantanos situados agua abajo hacia los superiores. Pero no siempre existe esa posibilidad. Otra opción que se encontraba en desarrollo, consistía en producir hidrógeno mediante la catálisis del agua. El hidrógeno producido tenía luego que ser almacenado en depósitos especiales próximos a los aerogeneradores. Después se podía volver a recuperar parte de la electricidad a partir del hidrógeno, mediante una pila de combustible. Pero en la práctica, el sistema resultaba extremadamente caro y muy complejo en el plano técnico.
Por esa volubilidad, para lograr un suministro relativamente estable de electricidad la potencia instalada de aerogeneradores debe de ser varias veces superior a las necesidades reales de un país. Y aun así, apenas se logra cubrir un 15-20% de la demanda eléctrica al cabo del año.
El problema es que cuando hay un temporal y todos los aerogeneradores se ponen a funcionar simultáneamente, gran parte de la electricidad producida sobra y los aerogeneradores tienen que ser desconectados de la red para que no se produzca una peligrosa sobrecarga. Así resulta paradójico que, cuanto más viento sopla, más energía se desperdicia. Eso impone un límite superior a la cantidad de energía eólica que puede implantar un país. Una vez superado ese límite, los subsiguientes aumentos en la capacidad de generación eólica, solo contribuyen a disminuir la viabilidad económica de todo el conjunto.
Algunas soluciones que se estaban aplicando hasta ahora para evitar ese dispendio energético, consistían en utilizar la electricidad sobrante para bombear agua desde los pantanos situados agua abajo hacia los superiores. Pero no siempre existe esa posibilidad. Otra opción que se encontraba en desarrollo, consistía en producir hidrógeno mediante la catálisis del agua. El hidrógeno producido tenía luego que ser almacenado en depósitos especiales próximos a los aerogeneradores. Después se podía volver a recuperar parte de la electricidad a partir del hidrógeno, mediante una pila de combustible. Pero en la práctica, el sistema resultaba extremadamente caro y muy complejo en el plano técnico.
La electricidad de origen renovable, ¡cada vez más cerca! |
La nueva solución propuesta por E.ON, puede resolver todos estos inconvenientes de una forma práctica y económicamente competitiva. El sistema piloto, utiliza los momentos pico en los que la producción eléctrica supera a la demanda, para producir hidrógeno (mediante electrolisis) y almacenarlo en su red nacional de transporte de gas natural. Según los técnicos de E.ON se ha comprobado la viabilidad de añadir hidrógeno a dichas conducciones hasta una proporción del 5-15% sin causar problemas en la red de tuberías.
Ese hidrógeno inyectado en la red de distribución de gas natural, puede ser utilizado nuevamente para producir electricidad en una central térmica, o bien, puede conducirse directamente hasta el consumidor final, donde es quemado para la calefacción, la cocina o el agua caliente.
Un alentador paso adelante que tendrá que ser probado a mayor escala.
Ese hidrógeno inyectado en la red de distribución de gas natural, puede ser utilizado nuevamente para producir electricidad en una central térmica, o bien, puede conducirse directamente hasta el consumidor final, donde es quemado para la calefacción, la cocina o el agua caliente.
Un alentador paso adelante que tendrá que ser probado a mayor escala.