La cadena trófica del mercurio comienza con la expulsión de gases desde el vulcanismo y algunos procesos industriales. En el caso del vulcanismo los gases de mercurio son expulsados a la atmósfera donde se enfrían y cae al suelo. Desde el suelo los microorganismos lo transforman en mercurio orgánico (metil-, dimetil- y difenil- mercurio) y se trasmite a través de la cadena trófica (alimenticia). Pero la principal fuente de contaminación con mercurio proviene de nuestras propias bocas. Las amalgamas dentales son combinaciones de mercurio al 50% con otros metales (a excepción del hierro), lo que crea pseudoaleaciones a baja temperatura. Una amalgama típica está compuesta por mercurio 50%, cobre 12%, estaño 15%, plata 20% y zinc 3%.
También se producen filtraciones tóxicas directamente al torrenta sanguíneo. |
Estas amalgamas son compuestos más inestables de los que cabría pensar, dado el agresivo entorno químico de nuestras bocas. Los alimentos y bebidas de tipo ácido (la Coca Cola es tremendamente ácida) atacan el mercurio de la amalgama. Los propios dentífricos y líquidos de higiene bucal que, deberían de estar específicamente optimizados para este tipo de empastes, atacan al mercurio. En concreto, el flúor que contienen forma fluoruro de mercurio, totalmente soluble en saliva y agua, y que pasa a nuestro organismo diariamente con su contenido tóxico. Las personas que llevan amalgamas con mercurio deberían utilizar dentífricos y productos de higiene bucal carentes de flúor. Por supuesto no esperen que la industria de dentífricos alerten de este envenenamiento continuo de la población. En todo caso aumentarán la dosis de flúor para incrementar las ventas de sus productos.
Pero no solo los alimentos ácidos y los dentífricos liberan el mercurio de nuestras amalgamas. La temperatura de evaporación del mercurio es muy baja, de tan solo 40ºC. Por lo que bebidas y alimentos calientes, favorecen la sublimación. El mercurio pasa a vapor y lo inhalamos directamente.
En el documento ICSC (International Chemical Safety Cards), se mencionan los efectos perjudiciales del mercurio sobre la salud:
- Pérdida de memoria.
- Efectos nocivos en el riñón.
- Alteración del sistema nervioso central.
- Inestabilidad emocional y psíquica.
- Temblores mercuriales.
- Alteraciones cognitivas y del habla.
- Peligro de efectos acumulativos.
- Posibles efectos tóxicos en la reproducción humana.
A los efectos directos de las personas que tienen amalgamas dentales hay que añadir los indirectos, pues la incineración de fallecidos con amalgamas libera el mercurio directamente a la atmósfera en las proximidades de las ciudades. El vapor de mercurio termina enfriándose cae al suelo y los microorganismos hacen su labor, convirtiendo el mercurio en su variantes orgánicas. Todos ellas fácilmente asimilables por los animales y las plantas. De aquí pasan a los ríos y los mares, en donde los peces incorporan el mercurio y pasan al resto de la cadena trófica. Otro peligro son los residuos de las amalgamas y los cambios de empastes en los pacientes son directamente tirados a los cubos de basura, a los basureros y desde aquí al medio ambiente como el caso anterior.
Por todos estos riesgos, ya existen prohibiciones a su uso en países como Japón, Noruega, Suecia y Rusia. En España el 50% de odontólogo siguen utilizando amalgamas con mercurio. Hay países de la Unión Europea en los que su uso es aún más elevado, como en República Checa (85%).
En el documento ICSC (International Chemical Safety Cards), se mencionan los efectos perjudiciales del mercurio sobre la salud:
- Pérdida de memoria.
- Efectos nocivos en el riñón.
- Alteración del sistema nervioso central.
- Inestabilidad emocional y psíquica.
- Temblores mercuriales.
- Alteraciones cognitivas y del habla.
- Peligro de efectos acumulativos.
- Posibles efectos tóxicos en la reproducción humana.
A los efectos directos de las personas que tienen amalgamas dentales hay que añadir los indirectos, pues la incineración de fallecidos con amalgamas libera el mercurio directamente a la atmósfera en las proximidades de las ciudades. El vapor de mercurio termina enfriándose cae al suelo y los microorganismos hacen su labor, convirtiendo el mercurio en su variantes orgánicas. Todos ellas fácilmente asimilables por los animales y las plantas. De aquí pasan a los ríos y los mares, en donde los peces incorporan el mercurio y pasan al resto de la cadena trófica. Otro peligro son los residuos de las amalgamas y los cambios de empastes en los pacientes son directamente tirados a los cubos de basura, a los basureros y desde aquí al medio ambiente como el caso anterior.
Por todos estos riesgos, ya existen prohibiciones a su uso en países como Japón, Noruega, Suecia y Rusia. En España el 50% de odontólogo siguen utilizando amalgamas con mercurio. Hay países de la Unión Europea en los que su uso es aún más elevado, como en República Checa (85%).
No solo en nuestros dientes podemos encontrar mercurio. El mercurio es un elemento fundamental de muchas pilas (relojes), y de termómetros. Las centrales térmicas de carbón suelen enviar grandes cantidades a la atmósfera. Finalmente también se utiliza mercurio para el desemplomado de armas de tiro olímpico y escopetas de caza. En este caso su utilización es aún más negligente, carente de cualquier regulación o control. Más información en: Contaminación con Mercurio en Bebés.
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