IBM está de enhorabuena, ha cumplido 100 años de existencia y para celebrarlo está desarrollando una nueva generación de microprocesadores llamados de “computación cognitiva” que imitan el funcionamiento del cerebro humano, lo que no solo podría mejorar el consumo de energía y espacio, sino que evitarían los fenomenales problemas que está encontrando las supercomputadoras actuales para imitar procesos biológicos tan básicos, como el reconocimiento visual de objetos. Si a un niño de 7 años le enseñas una foto en la que se observa una pantalla de ordenador enchufada a una plancha seguramente se reirá ante el absurdo, sin embargo un ordenador no verá nada extraño en ella, al fin y al cabo, ¡él no entiende de barcos!
Para conseguir el simple reconocimiento visual y entender lo que está viendo hay que recurrir a supercomputadoras que analizan terabytes de datos almacenados por el rudimentario procedimiento de comparar con el modelo. Y aún así, es posible que no llegue a identificar contradicción alguna en una fotografía como la anterior. Este obstáculo, aparentemente insalvable debe ser superado por los “cerebros electrónicos” del futuro si pretendemos llegar a crear robots que nos resulten útiles. Así no les resultará extraño que los dos primeros prototipos de esta nueva generación de microprocesadores hayan sido fabricados gracias a la inestimable colaboración de la agencia del Pentágono DARPA (Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa). No deja de resultar curioso que esta sea la agencia encargada de las investigaciones punteras del ejército norteamericano. Aunque al final y a la postre, muchos de sus ingenios acaban adoptando un doble uso, civil y militar.
Independientemente de quién sea el impulsor principal de la investigación, hay que reconocer que han dado con la tecla de la problemática actual de la computación. La empresa IBM abandonó en 2004 la fabricación de PCs para especializarse en desarrollar nuevas supercomputadoras. Ya posee en su inventario microprocesadores de 32 núcleos (IBM POWER), muy útiles para gestionar enormes volúmenes de información, pero no para imitar ciertas tareas que hasta un niño haría mejor y con un menor gasto energético. El nuevo chip cognitivo, construido con tecnología de 45 nanómetros sobre una matriz de memoria, tiene solo 2 núcleos (al igual que muchos ordenadores actuales) y 256 nodos neuronales cada uno. El primer núcleo enlaza con 256.144 módulos de memoria llamadas “sinapsis programables”, mientras que el segundo núcleo contiene 65.536 módulos de memoria. “Estos módulos de memoria son sinapsis dedicadas al aprendizaje”. Tal y como indica Dharmendra Modha, investigador de IBM.
En un experimento, uno de estos nuevos chips aprende a jugar al Pong, en otro aprende a conducir un coche por un circuito de carreras sencillo y, en otro, aprende a reconocer imágenes. Según el director del proyecto Dharmendra Modha, los nuevos chips imitan la actuación del cerebro al aumentar la proximidad entre las partes responsables de memoria y computación (hardware) y por el hecho de que las conexiones entre estas partes pueden configurarse según un patrón de aprendizaje (software): hacerse o deshacerse y aumentar su preeminencia haciéndose más fuerte o más débiles. Los nuevos microprocesadores tienen que aprender a realizar una tarea determinada antes de salir al mercado.
En un experimento, uno de estos nuevos chips aprende a jugar al Pong, en otro aprende a conducir un coche por un circuito de carreras sencillo y, en otro, aprende a reconocer imágenes. Según el director del proyecto Dharmendra Modha, los nuevos chips imitan la actuación del cerebro al aumentar la proximidad entre las partes responsables de memoria y computación (hardware) y por el hecho de que las conexiones entre estas partes pueden configurarse según un patrón de aprendizaje (software): hacerse o deshacerse y aumentar su preeminencia haciéndose más fuerte o más débiles. Los nuevos microprocesadores tienen que aprender a realizar una tarea determinada antes de salir al mercado.
La idea final parece bastante ambiciosa, crear una supercomputadora del tamaña de una caja de zapatos, que tenga la mitad de la complejidad del cerebro humano y consuma lo mismo que su aire acondicionado (1000W). En el gráfico de la derecha se puede comprobar un modelo de funcionamiento del cerebro humano creado por IBM.
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