El viceconsejero de Industria y Energía del gobierno vasco, Xabier Garmendia, lo ha dejado muy claro: en el yacimiento de gas pizarra de Álava (España) "se van a realizar tareas de exploración e investigación", lo cual va a exigir "una inversión global de 100 millones de euros".
Más concretamente, la administración vasca ha anunciado que "ultima la obtención de permisos para explorar dos pozos: uno, en 2012, y otro, el año próximo". La fractura hidráulica, técnica de extracción de gas pizarra, exige el empleo de hasta medio litro de productos químicos por metro cuadrado de explotación. Ecologistas y sindicatos temen el impacto que puedan propiciar esas prácticas sobre el medio ambiente y la salud de las personas.
El gobierno vasco va a destinar cien millones de euros a "aclarar la viabilidad técnica, económica y medioambiental del yacimiento" de gas pizarra de Subijana. Lo ha apuntado, por escrito, Xabier Garmendia, viceconsejero de Industria y Energía del gobierno vasco. Garmendia critica duramente, en la página oficial del Ente Vasco de la Energía, las "posiciones alarmistas” de quienes han mostrado su preocupación por el impacto que podría ocasionar la exploración, y la explotación, de ese yacimiento. El viceconsejero considera que el gas pizarra no supone “una nueva amenaza de proporciones catastróficas para el medio ambiente" y que por eso es completamente "innecesario" crear una regulación ambiental específica que regule las técnicas utilizadas para la extracción o investigación del gas pizarra, que es precisamente lo que demandan los detractores de la técnica de fractura hidráulica, técnica empleada para la extracción de este tipo de gas.
Wuppertal Institut
Para extraer el denominado gas de esquisto, que es gas que se encuentra disperso en estratos de pizarra (y no embolsado, como se halla el gas natural convencional), hay que inyectar en el subsuelo grandes volúmenes de agua mezclada con ciertos productos químicos muy cancerígenos: concretamente "entre 0,1 y 0,5 litros de productos químicos por metro cuadrado". El dato lo ha revelado el Instituto Wuppertal para el Clima, el Medio Ambiente y la Energía. Este prestigioso instituto alemán acaba de publicar un informe sobre la técnica de extracción de gas pizarra denominada fractura hidráulica (fracking). El informe se lo había encargado hace unos meses el mismísimo Parlamento Europeo y acaba de revelar que las empresas que extraen gas pizarra vierten hasta medio litro de productos químicos por metro cuadrado para extraer ese gas. Y el problema son las filtraciones incontrolables hacia acuíferos e incluso hacia la superficie.
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Reservas mundiales de gas de esquisto. |
Qué es la fractura hidráulica
Hace unas semanas, otro informe, elaborado en este caso por la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (Secretaría de Medio Ambiente) explicaba la fractura hidráulica en estos términos: "consiste en hacer una perforación vertical hasta la capa de pizarra; a esta perforación se le pone un tubo de acero, con un recubrimiento de cemento para proteger los acuíferos de los aditivos químicos que posteriormente se utilizan; una vez se alcanza la pizarra, se realiza una perforación horizontal, a través de la propia capa de pizarra; esta perforación horizontal tiene, como media, un kilómetro y medio de longitud, aunque puede llegar hasta los tres kilómetros; una vez se ha realizado la perforación horizontal en la capa de pizarra se utilizan explosivos para provocar pequeñas fracturas; y una vez provocadas estas fracturas se inyectan, por etapas, miles de toneladas de agua a muy alta presión, mezcladas con arena y aditivos químicos; este agua a presión fractura la roca liberando el gas que luego, junto con el agua, la arena y los aditivos retorna a la superficie (retorna entre un 15 y un 80% del fluido inyectado)".
La experiencia estadounidense
Las compañías extractoras de gas de los Estados Unidos emplean la fractura hidráulica "de manera masiva desde los años noventa", según el informe de Comisiones. Es más, en Norte de América, que es uno de los principales productores de gas del mundo, esta técnica ya está detrás del 20% de sus extracciones. A la luz de su experiencia acumulada, han aparecido numerosos episodios de contaminación de acuíferos próximos a los yacimientos de gas pizarra, ya han sido varias las ciudades o estados que han visto obligados a prohibir esta práctica. Así, por ejemplo, Búfalo (Nueva York), Pittsburg (Pensilvania) o la provincia de Quebec (Canadá), que tiene una superficie equivalente a tres Españas, o sea, un millón y medio de kilómetros cuadrados. La mayoría de las circunscripciones donde se ha prohibido la fractura hidráulica, además, está a la espera de la publicación del informe que comenzó a elaborar sobre el particular la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA).
La agencia Environmental Protection emprendió una investigación en marzo de 2010 sobre los "potenciales impactos negativos que la técnica de fractura hidráulica puede tener sobre la calidad del agua y la salud pública". La publicación de ese informe está prevista para finales del 2012. En ese sentido, Comisiones Obreras también solicita a las autoridades españolas que esperen a ver los resultados de ese estudio antes de tomar medida alguna con respecto al gas pizarra. Más allá de los Estados Unidos, en todo caso, también hay prohibiciones o moratorias. El informe de Comisiones cita, entre otras, Suráfrica y Francia, cuya Asamblea Legislativa alegó hace unos meses como motivos para sostener esa prohibición "la elevada cantidad de agua que requiere el proceso, la contaminación de acuíferos subterráneos y la presencia de químicos en el fluido de fractura con riesgos sobre la salud reconocidos".
El principio de precaución
Uno de los estudios más citados, en lo que a esos riesgos se refiere, es el elaborado por la asociación americana The Endocrine Disruption Exchange, que ha descubierto hasta 632 sustancias químicas empleadas en esta técnica y ha llegado a conclusiones preocupantes. Según su estudio, casi el 40% de las sustancias químicas provoca alergias; más del 25% puede causar cáncer y mutaciones; el 37% puede afectar al sistema endocrino; y más del 50% causa daños en el sistema nervioso. Lo alertan en su informe "Natural Gas Operations from a Public Health Perspective". Frente a estas investigaciones, los detractores de la citada técnica esgrimen el principio de precaución.
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Las operaciones de gas natural en áreas tales como Campo de Wyoming Jonás podría liberar más metano a la atmósfera que se pensaba. |
Se suceden las noticias negativas en Estados Unidos
Cuando los científicos del gobierno estadounidense comenzaron a tomar muestras de aire en una torre de vigilancia ambiental en Denver, Colorado, esperaban encontrar una concentración de metano similar a la medida en la contaminación urbana, pero lo que se encontraron fueron importantes fugas de gas. Las primeras pistas aparecieron en 2007, cuando investigadores de la NOAA encontraron agentes contaminantes entre los que se encontraban el metano, butano y propano en muestras de aire tomadas a 300 metros de altura, en la torre de vigilancia atmosférica al norte de Denver. Los investigadores de la NOAA descubrieron que la contaminación provenía de la cuenca Denver-Julesburg, donde más de 20.000 pozos de petróleo y gas se han perforado en las últimas cuatro décadas.
El estudio posterior dirigido por investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y la Universidad de Colorado, en Boulder, estima que los productores de gas de esquisto en un área conocida como la cuenca Denver-Julesburg están liberando continuamente alrededor de un 4% de gas a la atmósfera (sin incluir las pérdidas adicionales correspondientes al sistema de tuberías de distribución). Esto es más del doble que lo admitido oficialmente, y se encuentra en línea con otras investigaciones realizadas en 2011. Estos datos son especialmente preocupantes debido a que el metano es unas 25 veces más eficiente que el dióxido de carbono para atrapar el calor en la atmósfera. Unas pérdidas de esa magnitud podría contrarrestar sobradamente la supuesta ventaja de la que disfruta el gas natural con respecto a otros combustibles fósiles más contaminantes a priori.
Con el tiempo la contaminación vinculada a este sistema de extracción de gas natural, puede convertir al combustible fósil “más limpio”, en algo peor que el propio carbón cuando hablamos en términos del cambio climático. "Si queremos que el gas natural se convierta en la fuente más limpia de energía dentro de los combustibles fósiles, los escapes de metano a la atmósfera tienen que ser minimizados", afirmó Gabrielle Petron, científico atmosférico de la NOAA y de la Universidad de Colorado en Boulder, y primer autor del estudio, actualmente en prensa en el Journal of Geophysical Research. Las emisiones pueden variar dependiendo del sitio, pero Petron no ve ninguna razón para pensar que esta cuenca sea la única con liberaciones incontroladas de metano. "Creo que sería necesario investigar las operaciones de gas natural a escala nacional".