16 de enero de 2012

LA SUTIL PERVERSIDAD DEL CAMBIO CLIMÁTICO


El satélite Envisat (ESA) nos envía imágenes tomadas el 2 de diciembre de 2011 en el Atlántico sur, a solo 600 km de las islas Malvinas. En la fotografía espacial se puede observar diferentes tipos de fitoplancton, identificables por su color (verde y azul en esta imagen). Los satélites que vigilan la Tierra, como el Envisat, pueden hacer un seguimiento de estas explosiones algales. Una vez que la expansión de algas comienza, un sensor del color de los océanos puede hacer una identificación inicial del tipo de pigmento clorofílico que portan, y en consecuencia, identificar el tipo de especie y su toxicidad. Identificar este tipo de manifestaciones de vida es especialmente importante, pues nos sirven de bioindicadores para valorar las consecuencias del calentamiento global.

En la misma línea se ha descubierto en recientes estudios sobre la concentración de dióxido de carbono en los océanos que pueden afectar negativamente al cerebro y al sistema nervioso central de los peces. Los efectos pueden llegar a tener serias consecuencias para la supervivencia de muchas especies al afectar la habilidad de los peces para oír, oler y evadir a sus depredadores. La investigación que demuestra estos perversos efectos sobre el cerebro, parte del Centro de Excelencia para el Estudio de los Arrecifes de Coral (Australia).

Las explosiones de vida oceánica pueden crear vellas figuras
como este "ocho" creado con dos tipos de algas marinas (verde y azul).
Foto del Atlántico sur tomada desde el espacio, a 600 km de las
 Islas Malvinas (Argentina).
En los estudios que se prolongaron durante varios años se han utilizado alevines de peces del coral, que fueron introducidos en agua de mar con una elevada concentración de CO2.

Ha quedado bastante claro que provoca significativas alteraciones en su sistema nervioso central, que pueden mermar sus posibilidades de supervivencia", dijo el profesor Phillip Munday, informando de los resultados que ha publicado en la revista Nature Climate Change. Según el profesor Munday y sus colegas, los elevados niveles de CO2 disueltos en el agua marina interrumpe el funcionamiento de un receptor en el cerebro de los peces. Esto provoca cambios en su comportamiento y habilidades sensoriales.

2 comentarios:

Manuel Reyes Camacho dijo...

Ciertamente si esto se confirma y afecta a muchas variedades de peces puede resultar una gran catástrofe. Pero yo me pregunto: ¿Pues no había muchísimo CO2 en la atmósfera primitiva? ¿Qué pasaba entonces? ¿O es que entonces no había peces?

Máximo Pretoria dijo...

Si por "atmósfera primitiva" te refieres a la de hace más de 3.100 millones de años, pues no. Por aquel entonces y durante muchos eones solo existieron organismos muy sencillos (bacterias y algas). Para ver animales multicelulares tenemos que remontarnos a 700 millones de años y para formas más complejas (y mucho más modernas) como los vertebrados a hace unos 500 millones de años.
El problema del cambio climático antropogénico es la velocidad con la que esta ocurriendo. La mayor parte de seres vivos no son capaces de adaptarse a los cambios de su habitat tan rápido. Dos siglos de emisiones de CO2 equivalen a un par de segundo en la escala geológica. Y lo que es peor, si ahora se produce una extinción masiva de especies lo más perjudicados no serán los dinosaurios, ¡seremos nosotros!