Suponga por un momento que estamos en el 3012 y que usted es parte de una expedición enviada para explorar un planeta extrasolar habitado, y que ese planeta casualmente tiene un satélite natural, una luna que lo orbita a poca distancia. ¿No sería lógico utilizar esa luna como su campamento base? Estaría lo suficientemente lejos como para no ser observado, lo que le permitiría no contaminar los datos de investigación de la sociedad extraterrestre que desea estudiar (¡los terrícolas!).
Eso es justo lo que han pensado el profesor Paul Davis y el técnico de investigación Robert Wagner sobre el modo de proceder de los extraterrestres que vinieran a hacernos una visita. En ese sentido han publicado un artículo en Acta Astronáutica en el que sugiere que los seres humanos deberíamos comenzar a girar nuestra mirada hacia la Luna, para comprobar si existen rastros de la visita de alguna civilización extraterrestre. Dicho de forma más directa, que busquemos “basura extraterrestre” en nuestra cercana Luna. Restos de lo que podría haber sido su último picnic galáctico, antes de continuar el camino hacia lugares aún más remotos.
¡Extraterrestre montándoselo en la Luna! |
Aunque algunos lo consideran inverosímil, una locura fuera de toda probabilidad, Davis y Wagner están convencidos de que vale la pena la pequeña cantidad de dinero que haría falta para un rastreo eficiente. "¿Qué pasa si, fotografías en primer plano de la Luna, procedentes de la Lunar Reconnaissance Orbiter, que ya están siendo puestos a disposición de las masas a través de Internet, fueron presentados al publico con la petición de que cualquier persona que desee participar, estudie las fotos que encuentre interesante, en busca de elementos en la fotografía que parezca de origen artificial?" Los descubrimientos “interesantes” entonces podrían salir a la luz y estar sujetos a la mirada de escrutinio de muchas otras personas. Los que finalmente resultasen prometedores pasarían al estudio por investigadores profesionales. Después de todo, podría resultar un procedimiento bastante simple. Otros proyectos del grupo de Paul ya están en marcha y, hasta el momento, parecen cumplir las expectativas con cierto éxito.
Las huellas que dejaron nuestros astronautas en las diferentes misiones Apolo, perdurarán en la Luna por milenios. |
Otra sugerencia del equipo de Paul es utilizar un software de reconocimiento de formas sobre las fotos que ya poseemos de la Luna para ayudar a reducir las posibles áreas de rastreo, dejando solo para el trabajo humano la revisión de las alertas de "algo interesante".
Por supuesto, la idea de poner recursos en la búsqueda de vida extraterrestre inteligente no es nueva, el proyecto SETI (Search for Extra Terrestrial Intelligence) patrocinado por la NASA en los años setenta se creó para tal fin. La búsqueda de pruebas de que hemos sido visitados por inteligencias extraterrestes puede parecer un tema diferente, pero viene a ser la misma idea tomada desde otro punto de vista. ¿Por qué buscar pruebas de la existencia de vida alienígena buscando en lejanos planetas extrasolares si podríamos tenerlas a la vuelta de la esquina? No se trata de cerrar otras vías sino de abrir nuevos caminos, o quizá deberíamos decir, ¡atajos!
Después de todo como Davis y Wagner puntualizaron, la Luna no tiene atmósfera, lo que permite que una simple huella de pisada pueda permanecer conservada durante centenares o incluso millones de años. Los únicos elementos que alteran la superficie de la Luna son los meteoritos y los “vientos” solares. Si algún alíen ha visitado la Luna durante ese lapso de tiempo, debería ser posible encontrar rastros de su actividad, o sus equipos, ofreciendo la prueba de la primera vez que realmente, existe alguien más ahí a fuera.
Por supuesto, la idea de poner recursos en la búsqueda de vida extraterrestre inteligente no es nueva, el proyecto SETI (Search for Extra Terrestrial Intelligence) patrocinado por la NASA en los años setenta se creó para tal fin. La búsqueda de pruebas de que hemos sido visitados por inteligencias extraterrestes puede parecer un tema diferente, pero viene a ser la misma idea tomada desde otro punto de vista. ¿Por qué buscar pruebas de la existencia de vida alienígena buscando en lejanos planetas extrasolares si podríamos tenerlas a la vuelta de la esquina? No se trata de cerrar otras vías sino de abrir nuevos caminos, o quizá deberíamos decir, ¡atajos!
Después de todo como Davis y Wagner puntualizaron, la Luna no tiene atmósfera, lo que permite que una simple huella de pisada pueda permanecer conservada durante centenares o incluso millones de años. Los únicos elementos que alteran la superficie de la Luna son los meteoritos y los “vientos” solares. Si algún alíen ha visitado la Luna durante ese lapso de tiempo, debería ser posible encontrar rastros de su actividad, o sus equipos, ofreciendo la prueba de la primera vez que realmente, existe alguien más ahí a fuera.
La búsqueda de inteligencia extraterrestre mediante el actual programa (SETI) tiene una baja probabilidad de éxito, pero el programa podría revitalizarse en caso de cosechar un éxito mediante el atajo anteriormente citado. Por lo tanto, tiene sentido el nuevo proyecto de ampliar nuestra búsqueda, tanto como sea posible, aunque siempre dentro de las limitaciones del modesto presupuesto y recursos disponibles en la actualidad. Hasta el momento, SETI ha estado dominado por el paradigma de la busqueda de mensajes entre las ondas en la banda de frecuencias de radio. Sin embargo, la aparición de cualquier aparato con tecnología extraterrestre presentaría una evidencia indirecta, pero contundente, de la existencia de vida inteligente más allá de nuestro oasis planetario.
Las actuales bases de datos de búsqueda que se manejan para la astronomía, biología, ciencias terrestres y planetarias, ofrecen a bajo costo oportunidades para buscar una “huella tecnología” extraterrestre. En este trabajo se podría tomar como base, los datos de la cartografía fotográfica de la superficie lunar como los que estan enviando en grandes cantidades el Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO) con una resolución topográfica de 0,5 m. Aunque sólo haya una pequeña probabilidad de encontrar huellas de tecnología alienígena en la Luna, ya sea en forma de artefacto o en forma de alteración de la superficie lunar, nuestro satélite tiene la virtud de estar muy cerca de nosotros, y de preservar las huellas durante eones.
Las actuales bases de datos de búsqueda que se manejan para la astronomía, biología, ciencias terrestres y planetarias, ofrecen a bajo costo oportunidades para buscar una “huella tecnología” extraterrestre. En este trabajo se podría tomar como base, los datos de la cartografía fotográfica de la superficie lunar como los que estan enviando en grandes cantidades el Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO) con una resolución topográfica de 0,5 m. Aunque sólo haya una pequeña probabilidad de encontrar huellas de tecnología alienígena en la Luna, ya sea en forma de artefacto o en forma de alteración de la superficie lunar, nuestro satélite tiene la virtud de estar muy cerca de nosotros, y de preservar las huellas durante eones.
En cualquier caso un examen exhaustivo de las imágenes fotográficas LRO está siendo llevado a cabo con otros fines científicos, por lo que ese programa podría ampliarse fácilmente con escaso coste extra para adaptarse a los objetivos del programa SETI, como ya se hace con el actual SETI@Home.
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