Juno, hermana y esposa de Júpiter según la mitología romana, es como han bautizado los científicos de la NASA a la sonda que se dirige a toda velocidad hacia Júpiter. Tras despegar con éxito en un cohete Atlas V desde el Centro Espacial Kennedy en Florida (Estados Unidos), tendrá que recorrer 3.200 millones de kilómetros antes de alcanzar su objetivo en 2016. Y lo hará usando tan solo energía solar, gracias a los 60 metros cuadrados de paneles solares repartidos en tres grandes alas de 9 metros de longitud. Cuando llegue a las vecindades del gigante gaseoso tan solo producirán 400 vatios de electricidad, pues Júpiter se encuentra cinco veces más alejado del Sol que la Tierra y eso reduce 25 veces la radiación lumínica que incide sobre los paneles. Hasta ahora se habían utilizado naves propulsadas por pilas de energía nuclear para misiones más allá de Marte, como ocurrió con las antiguas misiones Voyager, Pioneer y Galileo. Pero ahora se pondrán a prueba los paneles solares más avanzados fabricados hasta la fecha, que ha mejorado su rendimiento en un 50% respecto a los paneles que existían para las misiones de hace veinte años. A pesar de tan escasa energía Juno será capaz de mantenerse durante un año, orbitando 32 veces a 5000 km de la superficie joviana.
“Lo que realmente buscamos es la receta para hacer planetas” según Scott Bolton, investigador principal de la misión. Alguna de las respuestas podrían estar ocultas bajo la densa capa de gas que cubre la superficie de Júpiter. ¿Posee Júpiter un núcleo sólido? Las capas externas de su atmósfera son tan opacas que nadie sabe lo que esconden. Los vientos en su superficie pueden alcanzar los 600 km por hora y se puede distinguir con facilidad la Gran Mancha Roja, una gigantesca tormenta en la que cabe dos veces la Tierra y que lleva girando más de 300 años.
Juno será la primera nave capaz de ver más allá de esas nubes gracias a la cámara y a los nueve instrumentos científicos que incorpora. Uno de ellos estudiará de dónde viene la energía para generar tormentas tan monstruosas, teniendo en cuenta que la gran distancia al Sol merma considerablemente su efecto sobre la atmósfera. Un tercio de toda la energía del planeta debe de provenir de su interior, pero hay que identificar la fuente. Se han creado hipótesis que sospechan que el hidrógeno del interior del planeta se encuentra a tanta presión que se vuelve un fluido metálico, capaz de generar un descomunal campo magnético 14 veces mayor que el de la Tierra. Eso explicaría las espectaculares auroras que observan los astrónomos. El magnetómetro de Juno, una especie de abrebotellas en el extremo de una de sus alas, será el encargado de averiguarlo. Otros experimentos son el Jovian Auroral Distribution Experiment (JADE) y el Juno Ultraviolet Spectrograph (UVS). También se estudiará la composición de la atmósfera de Júpiter, especialmente la cantidad de agua presente, con lo que se podrá discriminar una de las dos hipótesis actuales sobre la formación planetaria del sistema solar.
El final de Juno será dramático como es propio de una diosa, se dejará atraer por la poderosa fuerza gravitatoria de su marido hasta desintegrarse en su atmósfera.
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