Observarán que gran parte de las entradas de este blog versan sobre las diversas alternativas energéticas que tenemos a nuestra disposición. Los motivos son evidentes, en las primeras décadas del siglo XXI asistiremos a una revolución energética forzada. El caudal diario que somos capaces de alcanzar en la producción de petróleo está llegando a su límite y, sin embargo, la sed de más petróleo por parte del mundo en vías de desarrollo se incrementa por momentos. Dada la escasez de datos plenamente fiables, no podemos asegurar una fecha concreta en la que el consumo supere a la oferta, pero lo que si comenzamos a observar es signos preocupantes por todo el orbe.
El consumo diario de petróleo llega a los 89 millones de barriles al día y, a estos niveles, ya comienza a existir problemas de suministro debido a los azares de la existencia, léase: revolución Libia, sabotajes en los oleoductos iraquíes, descenso de producción en los pozos de Arabia Saudí. Cualquier evento que elimine una pequeña parte de la producción, repercute rápidamente en los mercados de petróleo con inmediatas subidas de precios. ¿Es eso un indicio de que estamos próximos al pico de la producción?
Según la última estimación sobre el EROEI (la relación existente entre la energía que invertimos y la energía que obtenemos de una fuente energética), el petróleo extraído en los Estados Unidos se ha igualado a la energía neta que obtenemos con la energía eólica. Es decir, el petróleo americano ha pasado de tener un EROEI de 100:1 en los 1930s, a 30:1 en los 1970s, y a 18:1 en la actualidad. De 100 barriles extraídos, ahora se gastan 6 barriles de petróleo para obtener 94 barriles netos. Pero eso es solo la media pues podemos encontrar pozos que llegan a 11:1 (9 barriles gastados para obtener 91). Eso es debido a que los nuevos pozos de petróleo se perforan a mayor profundidad, en lugares cada vez más inaccesibles. Y lo peor es lo que nos espera, los petróleos denominados “no convencionales”, de los que cada vez hacemos más uso, tienen un EROEI de (1,5:1 – 5,6:1) para los petróleos de esquisto y de (5,2:1-5,8:1) para el petróleo extraído de arenas bituminosas. De cada 100 barriles extraídos gastamos 20 en búsqueda y extracción, obteniendo solo 80 para la venta. Otras fuentes de energía fósil como el gas natural 10:1 tampoco salen bien paradas, y solo el carbón 50:1 sigue siendo sumamente rentable de extraer en los Estados Unidos, que posee las mayores reservas de carbón del mundo. Eso indudablemente repercutirá en el futuro en el calentamiento global y en el precio que pagamos por la energía.
En esas condiciones hay que invertir en nuevas fuentes energéticas, que presente un superior margen de energía neta y nos permita paliar la sed de energía de nuestra sociedad. La energía hidráulica consigue un EROEI record que va desde 11:1 (minihidráulica, regiones con sequias) a 267:1 (grandes embalses en regiones húmedas). Pero el número de localizaciones para los embalses es limitado, por lo que una vez copadas las principales cuencas hidrológicas se termina su margen de crecimiento. La energía eólica se puede distribuir por muchas más regiones y tiene un EROEI nada despreciable de 18:1. La energía nuclear tampoco es una mala solución pues los reactores actualmente en funcionamiento logran un EROEI de 15:1. La única energía que sigue sin ser competitiva a corto plazo es la solar que tiene retornos energéticos muy pobres (3,75:1 - 10:1).
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