Fotografía original del artista Christian Houge |
Algo así se vivió otras veces en el pasado. En ciencia se avanza así, a saltos, con la llegada de nuevos paradigmas que nos dan una nueva e inédita visión de la realidad. Uno de los más señalados fue a principios del siglo XX con el salto que supuso la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Después llegó la mecánica cuántica con sus paradojas inexplicables y ahí se lío todo de nuevo. En los años 1920s y 1930s del siglo XX los fundadores de la mecánica cuántica se dividían en realistas, con Einstein a la cabeza, y antirrealistas, liderados por Niels Bhor. La corriente realista afirma que el cometido de la física es proporcionar una imagen mental (paradigma), por imperfecta que esta sea, de una realidad externa y objetiva. Los antirrealistas afirman que esas imágenes mentales están repletas de atolladeros que las alejan de cualquier comprensión racional, los científicos deberían conformarse con realizar predicciones empíricas y confirmarlas. Según esta última corriente cada vez más numerosa de físicos como Leonard Susskind (Universidad de Standford, uno de los padres de la Teoría de Cuerdas, desarrolló el principio de complementaridad de los agujeros negros y el principio holográfico), las contradicciones y paradojas de la física moderna ratifican los límites del conocimiento que mencionaba Bohr.
En la actualidad la teoría de cuerdas es la posibilidad más prometedora de crear un nuevo paradigma que nos explique cómo se unen todas las fuerzas de la naturaleza. El problema es que al hacerlo surgen nuevos interrogantes. Es como si la teoría de cuerdas abriera la puerta a un inmenso páramo de nueva física por explorar. Precisamente fue Sussking quién dedujo de la teoría de cuerdas la posibilidad de que existiera un gran número de universos a parte del nuestro. Ahora la realidad que perciben y estudian nuestros científicos desde hace 400 años, sería solo una de muchas: un universo de entre 10500 posibles. Pero, ¿por qué no percibimos todos esos universos? ¿Podemos decir que existen otros universos si no lo podemos demostrar empíricamente? Eso es lo que lleva a Susskind a concluir que quizá jamás lleguemos a comprender la realidad, el conocimiento tiene sus límites. El universo y sus leyes pueden escapar a las posibilidades racionales del ser humano o quizá admitan muchas descripciones diferentes. Entonces, el sentido de lo real, tan arraigado en nuestra mente de primate, se va diluyendo en un sueño de una noche de verano. Conforme más sabemos sobre el universo meno entendemos la realidad.
¿Tienen ustedes sensación de vértigo, de que no hay nada sólido bajos sus píes en dónde poder construir? Pues esa, justamente, es la sensación que tenía Albert Einstein antes de dar con su genial teoría de la relatividad. De ahí mi opinión de que estamos nuevamente a las puertas de un evento revolucionario, un nuevo cambio de paradigma que nos responderá de forma más clara a la pregunta ¿qué es real? Y bajo mi siempre modesta opinión, la Teoría Matriz de la Percepción (el proceso de percepción genera el universo observacional) es junto con la Teoría de Cuerdas las dos columnas sobre las que deberá de edificarse la nueva física.
Volviendo a Susskind puedo poner un ejemplo del cambio de perspectiva que promuevo. Susskind creó el principio de complementariedad de los agujeros negros, según el cual existe una ambigüedad inherente en el destino de los objetos que caen al interior de un agujero negro. Desde el punto de vista del propio cuerpo que cae, este atraviesa sin mayores incidencias la frontera del agujero negro (el horizonte de sucesos) y solo se destruye al alcanzar la singularidad central. Sin embargo, para un observador externo, el objeto que cae desaparece en el mismo instante que atraviesa el horizonte de sucesos. ¿Qué ocurre en realidad? Según el principio de complementaridad, la pregunta carece de sentido: ambas interpretaciones son igualmente válidas. Para Susskind eso no hace sino confirmar el antirrealismo de Bhor con otra paradoja más. Yo disiento profundamente de esa opinión.
Volviendo a Susskind puedo poner un ejemplo del cambio de perspectiva que promuevo. Susskind creó el principio de complementariedad de los agujeros negros, según el cual existe una ambigüedad inherente en el destino de los objetos que caen al interior de un agujero negro. Desde el punto de vista del propio cuerpo que cae, este atraviesa sin mayores incidencias la frontera del agujero negro (el horizonte de sucesos) y solo se destruye al alcanzar la singularidad central. Sin embargo, para un observador externo, el objeto que cae desaparece en el mismo instante que atraviesa el horizonte de sucesos. ¿Qué ocurre en realidad? Según el principio de complementaridad, la pregunta carece de sentido: ambas interpretaciones son igualmente válidas. Para Susskind eso no hace sino confirmar el antirrealismo de Bhor con otra paradoja más. Yo disiento profundamente de esa opinión.
Lo que deduzco con el evento de la caída de un cuerpo al interior de agujero negro, es lo mismo que deduzco de la teoría de la relatividad de Einstein, los eventos físicos que percibimos dependen siempre de un observador. La teoría de la relatividad nos dice a fin de cuentas, que no existe un espacio y un tiempo absolutos, ambos dependen siempre de la perspectiva física del observador. Lo que nos dice el principio de complementaridad de los agujeros negros, es que la descripción física de lo que ocurre depende una vez más del observador. No percibe lo mismo un observador situado fuera del horizonte de sucesos que uno que se encuentre en su interior. Lo que hace Susskind con su teoría es describir lo que experimentaría un hipotético observador que se situara en una posición u en otra. Pensar que existe una realidad objetiva e independiente del proceso de percepción es errar el tiro. La realidad es siempre subjetiva e interdependiente con el observador. Por ello tenemos que crear unas leyes físicas que no solo expliquen lo qué está ocurriendo, sino que expliquen también, cómo lo estamos percibiendo.
Otro ejemplo según Sussking de antirrealismo es el principio holográfico, también creado por él al estudiar los agujeros negros. Según dicho principio, lo que ocurre en cualquier volumen de espaciotiempo puede explicarse en términos de lo que sucede en el contorno (frontera) de ese volumen. Aunque nuestras vidas se desenvuelven en un espacio tridimensional, podríamos plasmar toda esa información sobre una superficie bidimensional. ¿Qué es la realidad? ¿El contorno o su interior? Una vez más la realidad depende de la perspectiva. Según la Teoría Matriz de la Percepción, el principio holográfico explica parte del mecanismo del proceso de percepción, que tendría su base en la teoría M (teoría de cuerdas). Para más señas les remito a mi libro ORIGEN.
La propia mecánica cuántica que originó las primeras preguntas sobre ¿qué es real? Ya presenta dos fenómenos que nos debería de haber llevado a la conclusión de que todo lo que marcamos con la palabra "real" son meros datos percibidos por un sujeto. Tratar de separar la realidad del sujeto observacional, no solo es un error, es imposible. Cuando no tenemos datos sobre lo que pasa a nivel cuántico, las “partículas” por llamarlas de alguna manera, se comportan como si el espacio y el tiempo del observador fueran secundarios. Solo cuando obtenemos datos mediante una observación experimental, la partícula se puede localizar según parámetros de espacio y tiempo. Eso lleva a paradojas como el experimento de la doble rendija, donde el electrón recorre todos los caminos al mismo tiempo, o mejor dicho, no recorre ninguno hasta que es detectada observacionalmente. El principio del entrelazamiento ahonda sobre esa idea de partículas para las que no existe el espacio y el tiempo. De hecho, el entrelazamiento, parece el modo en que interaccionan las partículas al nivel cuántico. ¿Dónde ponemos la línea divisoria entre el mundo cuántico y el mundo clásico? La información que aporta el objeto de estudio es lo que marca el límite y dicha información está muy condicionada por la masa (energía) del objeto. Si queremos describir un sistema con gran precisión, necesitamos siempre una gran cantidad de energía. Dicho de otro modo, cuanta más información tenemos de un sistema más energía tiene. Información y energía parecen tener una relación directa.
La propia mecánica cuántica que originó las primeras preguntas sobre ¿qué es real? Ya presenta dos fenómenos que nos debería de haber llevado a la conclusión de que todo lo que marcamos con la palabra "real" son meros datos percibidos por un sujeto. Tratar de separar la realidad del sujeto observacional, no solo es un error, es imposible. Cuando no tenemos datos sobre lo que pasa a nivel cuántico, las “partículas” por llamarlas de alguna manera, se comportan como si el espacio y el tiempo del observador fueran secundarios. Solo cuando obtenemos datos mediante una observación experimental, la partícula se puede localizar según parámetros de espacio y tiempo. Eso lleva a paradojas como el experimento de la doble rendija, donde el electrón recorre todos los caminos al mismo tiempo, o mejor dicho, no recorre ninguno hasta que es detectada observacionalmente. El principio del entrelazamiento ahonda sobre esa idea de partículas para las que no existe el espacio y el tiempo. De hecho, el entrelazamiento, parece el modo en que interaccionan las partículas al nivel cuántico. ¿Dónde ponemos la línea divisoria entre el mundo cuántico y el mundo clásico? La información que aporta el objeto de estudio es lo que marca el límite y dicha información está muy condicionada por la masa (energía) del objeto. Si queremos describir un sistema con gran precisión, necesitamos siempre una gran cantidad de energía. Dicho de otro modo, cuanta más información tenemos de un sistema más energía tiene. Información y energía parecen tener una relación directa.
Perdonen una entrada tan sesuda, pero es que con las palabras de Susskind ¡llueve sobre mojado...!
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