Cultivo de Colza en Alemania. |
Un estudio de los economistas de la Universidad Estatal de Oregón (OSU por sus siglas en inglés) cuestiona la posibilidad de que los biocombustibles lleguen algún día a sustituir parte del consumo de combustibles fósiles.
Si se eliminan los subsidios y las promociones para incentivar el consumo de biocombustibles, el biodiesel no resulta rentable. “Nuestros resultados sugieren que las actuales políticas de biocombustibles están siendo muy costosas, pues solo disminuyen de forma insignificante el uso de combustibles fósiles y a cambio, aumentan (en lugar de disminuir), las emisiones de gases de efecto invernadero”. Dijo Jaeger, profesor en el departamento de económicas en la sección de agricultura y recursos de la OSU.
Los biocombustibles eran vistos inicialmente como una solución para los problemas energéticos y medioambientales, comenta Jaeger, porque el dióxido de carbono que emiten cuando son quemados es equivalente al que han absorbido de la atmósfera cuando las plantas estaban creciendo. Así, se asumía que los biocombustibles no añadían emisiones contaminantes a la atmósfera. Lo que dotaba a su consumo de un aura de ecologísmo.
Pero la realidad es más compleja, según Jaeger, en parte debido a que los biocombustibles son producidos y transportados utilizando combustibles fósiles. Por ejemplo, los fertilizantes nitrogenados, obtenidos a partir del gas natural, son necesarios para que crezca el maíz del que obtenemos el metanol. Adicionalmente, la producción de biocombustibles suele substituir a la producción de alimentos para consumo humano en la competencia por las mejores tierras de labranza, dejando menos tierras libres para tal fin. Cuando se limpian nuevas tierras para el cultivo de maíz, se puede liberar carbono que se acumuló durante largos periodos de tiempo en el suelo y la vegetación. Lo que aumenta, en lugar de disminuir, la liberación de gases de efecto invernadero.
Estos efectos colaterales suelen ser pasados por alto en las políticas gubernamentales encaminadas a conseguir la substitución de un determinado número de litros de combustibles fósiles por biocombustibles.
Los investigadores de la Universidad de Oregón estudiaron fundamentalmente los biocombustibles más usados en el mundo: etanol de maíz (USA), biodiesel de soja, etanol celulósico, biodiesel de colza (Europa), y etanol de caña de azúcar (Brasil). Evaluaron de este modo las distintas opciones en términos de su contribución a la reducción de combustibles fósiles y gases de efecto invernadero. También compararon el coste de usar biocombustibles respecto a la rentabilidad de implantar dos políticas alternativas: el incremento de los impuestos a los combustibles y/o la implantación de mejoras de eficiencia energética.
El resultado indica que todos los cultivos de biocombustibles eran mucho menos rentables que la implantación de las políticas alternativas de reducción del consumo de combustible y de gases de efecto invernadero. “Cada dólar gastado en programas de eficiencia energética es 20 veces más efectivo en reducir el consumo de combustibles fósiles y gases de efecto invernadero que un gasto similar en programas de producción de etanol del maíz!", afirma Jaeger. “Aún más, un incremento de impuestos a las gasolinas es 21 veces más efectivo que promocionar el cultivo de etanol celulósico”.
Total, se ha estimado que la producción de biocombustibles en Estados Unidos podría costar entre 20 y 31 veces más que una mejora en la eficiencia energética que redujera el consumo de combustible en tan solo un 1%. El estudio concluye que combinar una política de subida de impuestos a los carburantes con una mejora de la eficiencia energética, podría reducir la utilización de combustibles fósiles en USA en más de un 15% (un 35% para el caso del petróleo).
Todo el montante de biocombustibles actualmente en producción en los Estados Unidos solo pueden reducir el consumo de combustibles fósiles en un 2.5%, o el mismo porcentaje que se lograría con un incremento de 25 céntimos por galón (3.8 litros de gasolina) en los impuestos. Pero a un coste estimado de 67.000 millones de dólares para los biocombustibles, comparado con los 6.000 millones que supondría el aumento de impuestos a la gasolina.
En el estudio no se han tenido en cuenta otros factores medioambientales negativos como el aumento de precios de los alimentos, la contaminación de acuíferos, o la reducción del agua disponible para otros cultivos.
Pueden consultar el informe completo aquí:
http://ir.library.oregonstate.edu/xmlui/bitstream/handle/1957/25614/JaegerWilliam.AgResourcesEconomics.BiofuelEconomicsSetting.pdf?sequence=1