El cuerpo humano está compuesto por un 75% de agua al nacer y por un 60% de agua en la edad adulta. |
En la actualidad hay 1000 millones de personas en el mundo que no tienen acceso al agua potable, y unos 2500 millones que carecen de acceso a sistemas adecuados de depuración y saneamiento. Esto provoca que enfermedades como la disentería, sea la principal causa de muerte a nivel mundial. Según la ONU, el agua contaminada ya sea química o biológicamente, es la causa del 80% de las infecciones en seres humanos. La Organización Mundial de la Salud considera que el mínimo de agua imprescindible para cumplir con las necesidades de higiene y tratamiento de los alimentos asciende a 40 litros por persona y día. Aunque las estadísticas reales nos dicen que cada ciudadano consume una media de 1800 litros diarios, cuando tomamos en consideración el consumo de la industria y la agricultura. Pero incluso esa media está sometida a grandes variaciones según la región; un español consume unos 2000 litros al día, mientras que la media por norteamericano supera los 5000. De ahí que, resolver el problema del agua sea todo un reto para el siglo XXI.
El cambio climático en ciernes incrementará aún más el problema, al alterar los ciclos de agua atmosféricos en el planeta. Alteraciones que puede significar grandes sequias en países donde antes no las había, o inundaciones catastróficas donde antes solo había lluvias intensas. Evitar las inundaciones es tarea difícil, y solo posible, gracias a una adecuada gestión de los ríos mediante embalses. Otra cosa es evitar las sequías o la carencia crónica de agua.
En España, la correcta gestión del agua, es un tema que se remonta hasta tiempos históricos de los romanos y los árabes. Podemos ver muestras históricas de gestión del agua repartidas por toda la península ibérica, muestras que se ejemplifican en los conocidos pozos, acequias, aljibe, termas y fuentes de la Alhambra de Granada. Aunque, sin duda, se encuentran a años luz de las modernas tecnologías del agua. Tecnologías que están permitiendo reducir drásticamente el precio de desalación del agua. La industria española se ha visto beneficiada por su larga experiencia adquirida durante décadas de escasez de este imprescindible elemento. Nuestras empresas desaladoras se encuentran actualmente entre las mejores del mundo en el sector. Han construido desaladoras en Perú (Lima), México (Ciudad de México) y Egipto (El Cairo), así como en otros países de la rivera del Mediterráneo, Oriente Medio y Australia.
La industria española está demostrando su experiencia y su saber hace en campos como la desalación o la reutilización. Frente a la dependencia de las fuentes naturales con sus siempre caprichosos ciclos hidrológicos, la desalación del agua se está convirtiendo en una opción cada vez más competitiva. Los avances tecnológicos están consiguiendo que el consumo de energía sea cada vez menor, pasando de consumir 20 kWh por cada metro cúbico de agua (1000 litros) hasta los 3 kWh en las desaladoras de nueva generación. De este modo se ha conseguido una importante reducción de costes, permitiendo que la desalación se convierta en un recurso cada vez más utilizado por los gobiernos de las distintas regiones. En España se pretende pasar de un volumen de desalación de 150 hectómetros cúbicos en 2004 a más de 850 hectómetros en un futuro próximo. La calidad de las aguas residuales recicladas puede ser tan alta como deseemos. En Singapur, que tiene cerca de cuatro millones de habitantes y no tiene acceso a agua potable. Una parte la obtienen por desalación, pero otra parte, que son las aguas urbanas, las tratan con ósmosis inversa y la vuelven a embotellar. ¡Hacen agua embotellada a partir de aguas residuales!
La reutilización también resulta una estrategia rentable para luchar contra la escasez de agua en agricultura e industria. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística español, en 2006 el consumo de agua en los hogares, servicios municipales, industria y el sector servicios, ascendió a 3.913 hectómetros cúbicos. La reutilización de ese mismo año contribuyó con 400 hectómetros cúbicos, lo que supone un 10% del total. Pero el reto está en lograr los 1000 hectómetros cúbicos reutilizados en 2015.
La industria española está demostrando su experiencia y su saber hace en campos como la desalación o la reutilización. Frente a la dependencia de las fuentes naturales con sus siempre caprichosos ciclos hidrológicos, la desalación del agua se está convirtiendo en una opción cada vez más competitiva. Los avances tecnológicos están consiguiendo que el consumo de energía sea cada vez menor, pasando de consumir 20 kWh por cada metro cúbico de agua (1000 litros) hasta los 3 kWh en las desaladoras de nueva generación. De este modo se ha conseguido una importante reducción de costes, permitiendo que la desalación se convierta en un recurso cada vez más utilizado por los gobiernos de las distintas regiones. En España se pretende pasar de un volumen de desalación de 150 hectómetros cúbicos en 2004 a más de 850 hectómetros en un futuro próximo. La calidad de las aguas residuales recicladas puede ser tan alta como deseemos. En Singapur, que tiene cerca de cuatro millones de habitantes y no tiene acceso a agua potable. Una parte la obtienen por desalación, pero otra parte, que son las aguas urbanas, las tratan con ósmosis inversa y la vuelven a embotellar. ¡Hacen agua embotellada a partir de aguas residuales!
La reutilización también resulta una estrategia rentable para luchar contra la escasez de agua en agricultura e industria. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística español, en 2006 el consumo de agua en los hogares, servicios municipales, industria y el sector servicios, ascendió a 3.913 hectómetros cúbicos. La reutilización de ese mismo año contribuyó con 400 hectómetros cúbicos, lo que supone un 10% del total. Pero el reto está en lograr los 1000 hectómetros cúbicos reutilizados en 2015.
Otra solución menos ambiciosa para potabilizar el agua de consumo personal en regiones empobrecidas de África, pasa por la creación de filtros económicos. El cuerpo humano precisa de un mínimo de 2,5 litros de agua diarios para mantenerse en buen estado. Si consiguiéramos algún sistema económico y sencillo de potabilización de pequeñas cantidades de agua ¡podríamos evitar el 80% de las enfermedades a nivel mundial! En ese sentido hay que entender el proyecto de Yui Cui, experto en ciencia de los materiales de la Universidad de Standford, que ha descubierto una forma de destruir los gérmenes del agua con el empleo de plata y electricidad. Para ello ha introducido tejido de algodón en una mezcla de microtúbulos de carbono y nanohilos de plata, que conduce la electricidad. La plata es un bactericida eficaz, debido a que sus iones dañan el material genético. Una débil corriente eléctrica, basta con dos pilas de 9 voltios, destruye las membranas celulares, con lo que se consigue una gran potencia germicida. En ensayos de laboratorio el filtro logró eliminar del agua más del 98% de bacterias E. coli. Una ventaja de este filtro, es que el gran tamaño de los poros del algodón, el filtro es 80.000 veces más rápido que los filtros convencionales, con la ventaja añadida de que los poros no se obstruyen tan fácilmente.
Pero, puesto que en algunas regiones de áfrica puede resultar complicado incluso el adquirir una pila de nueve voltios, quizá resulte más práctica y barata una idea promovida por los investigadores de la Universidad de Stellenbosh, en Sudáfrica. Se trata de unas bolsitas parecidas a las de té, repleta fibras de gránulos de carbono con un germicida. Los científicos dieron con un método adecuado para encapsular el germicida en nanofibras, lo que permite incrementar la superficie activa. El filtro se puede encajar fácilmente en la boca de una botella normal y cuesta menos de medio céntimo por unidad. Cada bolsita permitiría depurar un litro de agua contaminada de bacterias y otras sustancias tóxicas. Esperemos que la fase final del proyecto sea un éxito.
Pero, puesto que en algunas regiones de áfrica puede resultar complicado incluso el adquirir una pila de nueve voltios, quizá resulte más práctica y barata una idea promovida por los investigadores de la Universidad de Stellenbosh, en Sudáfrica. Se trata de unas bolsitas parecidas a las de té, repleta fibras de gránulos de carbono con un germicida. Los científicos dieron con un método adecuado para encapsular el germicida en nanofibras, lo que permite incrementar la superficie activa. El filtro se puede encajar fácilmente en la boca de una botella normal y cuesta menos de medio céntimo por unidad. Cada bolsita permitiría depurar un litro de agua contaminada de bacterias y otras sustancias tóxicas. Esperemos que la fase final del proyecto sea un éxito.
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