Mina de carbón a cielo abierto en China |
La política energética China afectará a lo largo del siglo XXI al resto del mundo, y lo hará a todos los niveles.
China es ya el mayor consumidor de energía del mundo, su economía da cuenta del 20% del consumo energético global y es la responsable del 25% de las emisiones contaminantes a la atmósfera. La política energética China afectará a lo largo del siglo XXI al resto del mundo, y lo hará a todos los niveles; económico, político, social, ecológico y militar. Hay que tener en cuenta que hay 1.340 millones de chinos luchando por tener un nivel de vida equiparable al occidental. Esa cifra es solo ligeramente inferior a la suma de la población del continente americano (938 millones) y el europeo (732 millones). ¡Casi dos continentes en un solo país! Entre los años 2000 y 2010 su economía creció a un ratio del 10,4% y su producción de carbón le siguió con una media anual del 8,9%.
Esto ha convertido al gigante amarillo en el dominador de esta barata fuente energética. De las 7.273 millones de toneladas de carbón que se produjeron en el mundo en 2010, China es el responsable del 45% de la producción (por volumen) y del 48% del consumo (por contenido energético). Es muy importante diferenciar entre volumen de extracción y contenido energético del mineral, porque hay una gran diferencia en contenido energético entre el carbón de buena calidad y el de baja (puede llegar a ser del 38%). En el gráfico siguiente puede observarse la proporción de carbón de buena y el de baja calidad por naciones.
China es ya el mayor consumidor de energía del mundo, su economía da cuenta del 20% del consumo energético global y es la responsable del 25% de las emisiones contaminantes a la atmósfera. La política energética China afectará a lo largo del siglo XXI al resto del mundo, y lo hará a todos los niveles; económico, político, social, ecológico y militar. Hay que tener en cuenta que hay 1.340 millones de chinos luchando por tener un nivel de vida equiparable al occidental. Esa cifra es solo ligeramente inferior a la suma de la población del continente americano (938 millones) y el europeo (732 millones). ¡Casi dos continentes en un solo país! Entre los años 2000 y 2010 su economía creció a un ratio del 10,4% y su producción de carbón le siguió con una media anual del 8,9%.
Esto ha convertido al gigante amarillo en el dominador de esta barata fuente energética. De las 7.273 millones de toneladas de carbón que se produjeron en el mundo en 2010, China es el responsable del 45% de la producción (por volumen) y del 48% del consumo (por contenido energético). Es muy importante diferenciar entre volumen de extracción y contenido energético del mineral, porque hay una gran diferencia en contenido energético entre el carbón de buena calidad y el de baja (puede llegar a ser del 38%). En el gráfico siguiente puede observarse la proporción de carbón de buena y el de baja calidad por naciones.
Al tener en cuenta las reservas de carbón en función de la energía neta contenida en ellas y el fuerte crecimiento en el consumo chino han aparecido informes que sitúan el pico de la producción de carbón en fechas tan cercanas como el 2027. Con una producción tope de 5.100 millones de toneladas para China y de 4.100 millones en el resto del mundo. De ahí se deduce que el precio del carbón va a seguir subiendo en los próximos años. Lejos quedan ahora las estadísticas optimistas de principios del S.XX en Estados Unidos que preveían suministros abundantes de carbón para ¡5000 años!
Estudios recientes muestran que el carbón recuperable puede ser menos abundante de lo previamente estimado. A los ritmos de consumo actual, en el mundo solo queda carbón para poco más de 100 años. En el caso de China, más del 90% del carbón se encuentra en minas a más de 1000 metros de profundidad. Por lo que las figuras actuales de reservas recuperables podrían ser demasiado optimistas, dados los desafíos técnicos que supone la explotación a más de mil metros.
Y eso en un momento en el que la demanda mundial no para de incrementarse. En los años noventa la demanda crecía a un modesto 0,45% anual, pero desde el año 2000 ha crecido al 3,8%, y si miran el gráfico de las cinco principales productores, a partir del 2004 la producción china creció en línea casi vertical.
Aplicando técnicas estadísticas similares a las que utilizó King Hubbert en la década de los cincuenta para predecir el pico de la producción de petróleo en los Estados Unidos, los académicos chinos Tao y Li predijeron en 2007 (utilizando datos estadísticos del 2002) que la producción china llegaría a su cenit entre los años 2025 y 2032 con un pico situado entre 3300 y 4500 Mt. Otras estimaciones más recientes, como las citadas más arriba, lo sitúan en torno al 2027 con 5.100 Mt. Y los hay más pesimistas como las del Energy Watch Group (Berlín) que en 2007 situaban el pico en el 2015, con una caída en la producción a partir del 2020. En cualquier caso, para entonces el precio del carbón se habrá multiplicado en varios órdenes de magnitud y la calidad del carbón extraído habrá menguado considerablemente. Por lo que aunque aumente el volumen de producción, su contenido energético neto se mantendrá o decaerá.
¿Qué opciones quedan? Desde el punto de vista de China pocas. Es la nación más dependiente de este mineral del mundo, el 70% de su energía proviene del carbón. Lo utilizan en muchas más industrias que los estadounidenses (donde fundamentalmente se utiliza para generar electricidad). El 50% del carbón chino se utiliza para generar electricidad, el 16% supone el coque que se utiliza en la industria metalúrgica (la mayor del mundo). Cientos de millones de chinos pobres utilizan otro 6% como combustible de calefacción y cocina. El restante 28% es utilizado en industrias clave como el cemento, metales no ferrosos y la industria química.
Aunque china está expandiendo su suministro de gas natural, solo para reemplazar el carbón utilizado para calefacción necesitaría duplicar su consumo actual de gas. Estados Unidos tiene las mayores reservas de carbón del mundo (es la Arabia Saudita del carbón), pero se consumen casi en su totalidad para uso interno. En el futuro China va a depender cada vez más del carbón importado vía marítima desde Australia, Indonesia y Sudáfrica, o mediante la construcción de costosas vías férreas desde la región siberiana de Rusia. Solo China puede absorver todas las exportaciones de la región Asia-Pacífico, si su consumo sigue creciendo a los ritmos actuales. Hay que tener en cuenta que china está viviendo un imparable proceso de urbanización. El número de ciudadanos que migra a las ciudades en busca de niveles de vida semejantes a los occidentales crece cada día. La proporción de ciudadano que vive en ciudades aún dista del 80% de la media en Estados Unidos o la Unión Europea. Para lograr acercase a nosotros, el gobierno chino prevé que la población urbana crezca en 350 millones de personas en los próximos 15 años. Para ello necesita construir ciudades enteras partiendo de la nada. Millones de casas, autovías, transportes, agua y suministros. Y todo ello necesita materiales de construcción que, dada la peculiar dependencia industrial china, necesitan del continuo suministro de abundante y barato carbón. Una vez que la energía barata que le proporciona el carbón llegue a su pico de producción, los efectos en la economía china pueden ser dramáticos y las consecuencias para el resto del mundo impredecibles. El llamado “milagro chino” podría pararse en seco, aunque la salud del clima mundial podría comenzar a mejorar.
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