En estos primeros post pretendo abrir el debate sobre la gran cantidad de falacias y engaños del ecologismo fácil, aquel que parece diseñado para engatusar a los ciudadanos. Que los vendedores de placas fotovoltaicas traten de llevarnos al "huerto" solar en una especie de mercadillo marroquí de alfombras no es nada criticable, al fin y al cabo, ellos también tienen que comer. Pero que los presidentes de los gobiernos más poderosos de la tierra como Angela Merkel se engañen, a sí mismos y a los ciudadanos, en un intento de conseguir el voto fácil, me parece lamentable.
Los partidos verdes alemanes son actualmente los más poderosos del mundo, tanto por el nivel de respaldo ciudadano, como por sus capacidad económica. Sabedora de esto, Merkel ha caído en la trampa de utilizar el desastre de Fukushima para volver a detener el tímido resurgir de la energía nuclear en su país. De poco le ha servido en términos electorales. Sin embargo, las consecuencias energéticas ya las están sufriendo todos los alemanes. Tras el cierre temporal de 7 de los 17 reactores nucleares con los que cuenta Alemania, ahora necesita importar electricidad a razón de 50 gigavatios/hora. Además esto ha influido en los precios de la cesta energética en su país que ha subido nada menos que un 12% en un abrir y cerrar de ojos. Por primera vez, la poderosa industria alemana deja de ser exportadora de electricidad y necesita importarla de fuera. ¿Y de dónde la importan? No se lo van a creer: ¡de Francia, la mayor operadora de energía nuclear de Europa! A este tipo de ironías del destino es a las que nos conducen las demagogias ecologistas.
Mientras los políticos no se atrevan a enseñar a la sociedad los verdaderos pros y contras de cada alternativa energética, seguiremos viviendo en el mundo de Alicia en el país de las maravillas, un mundo de mentiras en el que los ecologistas tratan de vendernos una utopía técnica y económicamente irrealizable. Claro que también cabe dentro de lo posible que los propios políticos no sepan ni jota de energía, lo que no sería de extrañar pues ya han demostrado sobradamente que tampoco saben ni jota de economía.
Como contrapartida a Merkel, cabe citar la opción americana de un Obama que parece muy bien asesorado en política energética y sobre la crisis que se nos avecina en los próximos 20 años. Inteligentemente, pues no cabe otro adjetivo para este “zorro viejo”, ha compartido públicamente las estadísticas de muertes por polución ambiental derivadas del uso de centrales térmicas de carbón (las más contaminantes de todas). Según la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés), la instalación de nuevas chimeneas con tecnologías limpias para las 400 centrales térmicas de carbón que hay en USA, reduciría en un 91% la emisión de mercurio (un veneno para el sistema nervioso) y otros contaminantes (como los que causan la lluvia ácida), lo cual salvará 17.000 vidas americanas cada año. Añada a continuación el coste derivado de implantar esta nueva tecnología en las viejas centrales (7.000 millones de euros) y lo relaciona con el ahorro en las empresas aseguradoras y en la sanidad estatal. Para terminar finalmente diciéndoles a los americanos que la factura de la electricidad les subirá de tres a cuatro dólares mensuales.
Que les está diciendo subliminalmente a sus ciudadanos. La energía eléctrica actual se produce con tecnologías anticuadas que causan miles de muertes silenciosas entre la población (aunque los medios de comunicación no se hagan eco). El actualizar estas centrales les va a costar mucho dinero, pero a cambio habrá beneficios para la salud pública y el medio ambiente. A renglón seguido, defiende una política de instalación de nueva capacidad eléctrica basada en fuentes limpias para la atmósfera entre las que incluye la energía nuclear, la eólica, solar, geotérmica, hidráulica, etc.
¡Merkel y Obama, dos formas opuestas de hacer política!
Los partidos verdes alemanes son actualmente los más poderosos del mundo, tanto por el nivel de respaldo ciudadano, como por sus capacidad económica. Sabedora de esto, Merkel ha caído en la trampa de utilizar el desastre de Fukushima para volver a detener el tímido resurgir de la energía nuclear en su país. De poco le ha servido en términos electorales. Sin embargo, las consecuencias energéticas ya las están sufriendo todos los alemanes. Tras el cierre temporal de 7 de los 17 reactores nucleares con los que cuenta Alemania, ahora necesita importar electricidad a razón de 50 gigavatios/hora. Además esto ha influido en los precios de la cesta energética en su país que ha subido nada menos que un 12% en un abrir y cerrar de ojos. Por primera vez, la poderosa industria alemana deja de ser exportadora de electricidad y necesita importarla de fuera. ¿Y de dónde la importan? No se lo van a creer: ¡de Francia, la mayor operadora de energía nuclear de Europa! A este tipo de ironías del destino es a las que nos conducen las demagogias ecologistas.
Mientras los políticos no se atrevan a enseñar a la sociedad los verdaderos pros y contras de cada alternativa energética, seguiremos viviendo en el mundo de Alicia en el país de las maravillas, un mundo de mentiras en el que los ecologistas tratan de vendernos una utopía técnica y económicamente irrealizable. Claro que también cabe dentro de lo posible que los propios políticos no sepan ni jota de energía, lo que no sería de extrañar pues ya han demostrado sobradamente que tampoco saben ni jota de economía.
Como contrapartida a Merkel, cabe citar la opción americana de un Obama que parece muy bien asesorado en política energética y sobre la crisis que se nos avecina en los próximos 20 años. Inteligentemente, pues no cabe otro adjetivo para este “zorro viejo”, ha compartido públicamente las estadísticas de muertes por polución ambiental derivadas del uso de centrales térmicas de carbón (las más contaminantes de todas). Según la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés), la instalación de nuevas chimeneas con tecnologías limpias para las 400 centrales térmicas de carbón que hay en USA, reduciría en un 91% la emisión de mercurio (un veneno para el sistema nervioso) y otros contaminantes (como los que causan la lluvia ácida), lo cual salvará 17.000 vidas americanas cada año. Añada a continuación el coste derivado de implantar esta nueva tecnología en las viejas centrales (7.000 millones de euros) y lo relaciona con el ahorro en las empresas aseguradoras y en la sanidad estatal. Para terminar finalmente diciéndoles a los americanos que la factura de la electricidad les subirá de tres a cuatro dólares mensuales.
Que les está diciendo subliminalmente a sus ciudadanos. La energía eléctrica actual se produce con tecnologías anticuadas que causan miles de muertes silenciosas entre la población (aunque los medios de comunicación no se hagan eco). El actualizar estas centrales les va a costar mucho dinero, pero a cambio habrá beneficios para la salud pública y el medio ambiente. A renglón seguido, defiende una política de instalación de nueva capacidad eléctrica basada en fuentes limpias para la atmósfera entre las que incluye la energía nuclear, la eólica, solar, geotérmica, hidráulica, etc.
¡Merkel y Obama, dos formas opuestas de hacer política!
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